Lo perfecto, enemigo de lo bueno...
Muchas veces "hecho" o "terminado", es mucho mejor que algo "perfecto" en proceso o que nunca llega...ESTAMOS DE REGRESO.
Mis queridos cuatro lectores… espero que mi ausencia de las últimas semanas, no haya hecho que se redujeran a dos.
La falta de columna las dos últimas semanas, rompió con una racha de 10 semanas ininterrumpidas escribiendo este Newsletter.
Dicen que es tremendamente difícil crear un hábito. Y terriblemente fácil perderlo.
No les voy a mentir. Por un lado (el más importante) extrañé escribir y sentir esa conexión con ustedes que me leen.
Y por otro lado…que quizás es la razón por la cual titulo mi regreso de esta forma (en lugar de simplemente retomarlo). Es porque he caído en un espiral de culpas y arrepentimiento, que me costó mucho trabajo romper.
Soy una persona tremendamente perfeccionista. Al grado patológico. Cada vez me descubro más y desde hace algún tiempo trabajo en manejar mi personalidad de una mejor manera. Acuérdense…Levantar la popó de su perro e ir a terapia es etiqueta básica.
Sin embargo, de vez en vez…uno vuelve a tropezarse con las mismas piedras.
Estoy bastante en desacuerdo con aquel dicho, que narra que solo un tonto se tropieza dos veces con la misma piedra. O sea si, pero no jaja.
Entiendo el contexto en que se puede utilizar. Pero creo que decir dos veces, por lo menos para su servilleta, se queda tremendamente corto. Yo me he tropezado 10 o 15 veces, bajita la mano, con los mismos problemas.
Y creo que es bastante normal.
¿O no les pasa (a quienes son católicos) que cuando se confiesan, casi siempre se confiesan de las mismas cosas?
Me parece que la clave está en no querer ser el tonto que sigue equivocándose, evidentemente. Pero aún más importante. Y está es la parte que cuesta más trabajo…no culparse, ni boicotearse…sintiéndonos tontos…porque oootra vez nos equivocamos con aquella piedra que conocemos y que tanto trabajo nos cuesta.
Ahí estaba yo los últimos dos fines de semana (cuando por lo general escribo).
Primero, haciéndome tonto, creyendo que empezando la semana sería más fácil encontrar un tiempo para escribir.
«Después, lamentándome por no escribir el Domingo y perdiendo el tiempo el siguiente par de días…pensando que mejor hubiera escrito el domingo…en lugar de ponerme a escribir en ese momento.
Después, lamentándome por no escribir el Domingo y perdiendo el tiempo el siguiente par de días…pensando que mejor hubiera escrito el domingo…en lugar de ponerme a escribir en ese momento».
(No fue un error del texto…leíste doble el último párrafo, porque no fue una…sino DOS FINES DE SEMANA…los que me tropecé con el mismo error)
Y así, les podría enlistar decenas de pensamientos que van y vienen en mi mente, cuando me tropiezo con la piedra de la procrastinación (dejar lo que tienes que hacer, para después) uno de mis más populares tropiezos.
En mi caso, la razón principal por la que postergo tanto las cosas, no es porque sea flojo o desidioso. Sino porque soy perfeccionista. Y muchas, muchísimas veces estoy buscando el momento perfecto, la idea perfecta, el horario perfecto…para hacer mi actividad perfecta.
Aquí aplica excelentemente bien, aquella frase cliché.
“No esperes el momento perfecto.
Toma el momento
y hazlo perfecto”.
-Desconocido.
Y suena fácil. Pero esa es mi piedra.
Sin embargo, lo he trabajado. Y en muchas ocasiones he descubierto lo veraz de aquella frase en inglés que dice: “Its better done, than perfect”.
Y en esa línea de completar cosas, aunque no sean perfectas. Les comparto que donde sí he sido muy constante, es en mi entrenamiento para el Medio Maratón.
La semana pasada cumplí 3 meses entrenando. Y corrí mis últimos 16K, antes del medio maratón, la próxima semana (Así que no se pierdan el próximo capítulo, para saber el desenlace).
Les he compartido ya que correr ha sido una gran experiencia y me ha llevado a descubrir interesantes aprendizajes.
Y en este tema de la perfección, creo que me ha ayudado bastante.
Gracias a que nuuuunca me sentí un gran atleta. Ni siquiera cuando si podía creer que lo era. Por inseguridades, mi físico y los limiting beliefs como diría Tony Robbins.
El empezar a correr y retarme con un Medio Maratón, era justamente eso. Un súper reto. Desafiarme en un área en la que nunca me había sentido cómodo. A diferencia de el emprendimiento, conferencias, trabajo…áreas donde me siento muy cómodo. El ejercicio y la parte física…no me dejaban mucho margen a buscar la perfección.
Siempre fue, un día a la vez.
¿Perfección? –Pfff–. Literalmente respirar era en lo único que me podía concentrar en las primeras carreras…y en las últimas también jaja (especialmente la última, híjole como me costaron esos 16K).
Así que sobrevivir, era más que perfecto para mi.
Sin darme cuenta, me olvidé de buscar la perfección. Yo, que por lo general la busco en todo (no es sano).
Y concentrándome en ir un día a la vez. Simplemente no fallar con mis entrenamientos. Olvidándome de si mis tiempos eran “perfectos” (definitivamente no lo eran).
Me atrevo a decir (con el debido respeto que me merece la carrera) que me siento preparado, para correr un Medio Maratón.
Mis aprendizajes:
-La perfección no existe. En nada.
-Terminado, es mejor que perfecto (sin terminar).
-La humildad, de no sentirte muy fregón en algo. Te regala una posición privilegiada que te permite escuchar, aprender y mejorar. Con la ilusión de crecer.
-No subestimar el poder de un esfuerzo/acción constante.
-Las semanas pasan igual de rápido, si hiciste o no hiciste algo.
Hace 12 semanas que empecé a escribir.
Hace 12 semanas que empecé a correr.
Hace 36 semanas que Jimena está embarazada.
Y hace un montón de semanas…Que quisiéramos haber empezado un nuevo hobbie. Quisiéramos haber dejado un mal hábito. Quisiéramos haber tomado una decisión valiente. Quisiéramos haber sido honestos.
Es impresionante cómo se pasan las semanas y nos podemos llenar de quisiéramos y hubieras.
Y así, casi sin darme cuenta, estoy cerrando una columna más. Que nos evita tener que repetir el párrafo de los lamentos tres veces en el texto.
Nos deseo a todos, incluyéndome a mi. Que tengamos el valor para romper esos espirales que no nos permiten conseguir aquello que queremos.
Especialmente, aquellos logros de los que estamos tan cerca. Y que la única barrera que existe, somos nosotros mismos.
Un maestro de mi secundaria decía:
“LOS LÍMITES SON FÍSICOS,
LAS LIMITACIONES SON MENTALES”.
Es un honor volver a escribir para ustedes.
Hasta la próxima.
Juanma,
Es fácil equivocarnos una y otra vez, pero es difícil admirirlo y este escrito lo redacta muy bien, gracias por compartir.