La importancia de saber perder.
Desde una partida de ajedrez, el US Open o cualquier capítulo de nuestras vidas.
Hace algunas semanas hablaba de la mala fama que tiene la palabra ignorante. Y por consiguiente aquel que le etiquetan con la misma. Pero defendía que todos ignoramos algo. Y que podría resultar peligroso alardear lo contrario.
Esta semana quiero hacer un ejercicio similar, para hablar de los perdedores.
Antes de que dejen de leer mis columnas, quiero aclarar, que no estoy intentando motivar a nadie a ser un perdedor ignorante jaja. Pero me parece que perdedor, entendiendo como aquel que compitió y no ganó; lleva oculto un tremendo valor en todo el proceso que implica competir.
Pero les cuento por qué decidí hablar de este tema.
Siempre ha llamado mi atención el ajedrez. Me parecía que quienes lo jugaban eran personas interesantes. Curiosamente aprendí a jugar ajedrez gracias a Pepe. Uno de esos hombres interesantes que jugaba ajedrez; y que por suerte era mi tío.
Le pedí que me diera clases; porque cuando estaba en cuarto de primaria (quizás) nos preguntaron a todos los alumnos (una escuela pequeña donde mi generación eran al rededor de 40 niños) si alguien quería representar al colegio en un torneo de ajedrez de la zona escolar.
–Después de algunos segundos de silencio y viendo que nadie levantaba la mano…decidí que no saber jugar ajedrez, no tenía que ser una limitante para ir a un torneo de ajedrez (el tesoro de la ingenuidad).–
Así, al más puro estilo de Eric Moussambani, fui seleccionado para representar a mi colegio. Y durante semanas, pasé horas jugando ajedrez y teniendo interesantes pláticas en el estudio de Pepe. Recuerdo con nostalgia el sutil olor a tabaco que tenía y recuerdo también que nunca le pude ganar.
Pero bueno. Ese gusto por el ajedrez ha continuado. Hace algunos meses enseñé a Jimena a jugar. Y tenemos en nuestro comedor un tablero de ajedrez listo para cuando se presenta la ocasión. Y aunque nada se compara con un tablero de la vida real, como no siempre hay tiempo para una partida larga y tendida. He recurrido desde hace varias semanas a jugar ajedrez en línea.
Soy un ávido usuario de mi app de ajedrez, donde resulta fácil jugar en cualquier momento. Una partida de 10 o 5 minutos, hasta un juego express (blitz como le llaman) de 3 o hasta 1 minuto. Sin embargo, jugar en esta o cualquier app no solo facilita el hacerlo cuando quieras…sino que el anonimato virtual, también te permite abandonarlo cuando quieras.
Hace unas semanas, mientras jugaba en mi celular después de comer, dije: –“Pfff ya me comieron a mi Reina”–. Refiriéndome a la captura de mi oponente actual. Jimena volteó a verme, y vio como segundos después cerré el juego desplazando la pantalla de la app hacia arriba con mi dedo. Y en seguida me dijo en tono de broma: –“Qué te pasa. No seas mal perdedor, termínalo”–. Le sonreí y me justifiqué diciendo que ya tenía que hacer otras cosas.
Ahí quedó la interacción. Pero les confieso que desde entonces, el tema de perder ha estado viviendo en mi cabeza. Y pensé como referencia (como casi para todo desde las últimas 27 semanas) que le quiero enseñar a Juan José cuando nazca. Así que me propuse desde ese día. No volver a abandonar ni un solo juego de ajedrez porque me comieron a mi reina o porque cometí un error que compromete mi triunfo.
Mi sorpresa ha sido que me he sentido muy bien con ese compromiso. E igual de sorpresivo ha sido la cantidad de veces que he ganado después de sentir que era imposible…y seguía jugando, solo por el compromiso. Pequeña lección de resiliencia y entender que no se acaba, hasta que se acaba.
Para muchos podría parecerles exagerada mi postura. Al final, es un juego y más aún, virtual. Pero para mi ha sido impresionante desde que lo tengo presente, la cantidad de veces que un juego se ve interrumpido porque mi contrincante abandonó la partida –muchas veces ese era yo–. Y es evidente, que casi siempre sucede después de un error grave o un buen movimiento del rival. Creo acciones como abandonar una partida de ajedrez, puede resultar en un ejercicio que de forma repetida, nos llevan a tener un nivel de tolerancia con la frustración prácticamente nulo.
Por otro lado, he valorado infinitamente cuando aún después de un error grave mi oponente termina la partida. Curioso. Por lo general esos mismos, son los que al final del juego escriben algún mensaje de cortesía en el chat diciendo "buen juego".
Cuando pensaba si escribir o no sobre el tema. Veía los últimos juegos del US OPEN, el último Grand Slam del año. Y veía como cada partido, siempre hay un ganador y un perdedor. Lógico. Pero me parece muy interesante evaluar cómo reaccionan los ganadores ante la derrota. Porque por ilógico que parezca, se puede ser ganador y perdedor al mismo tiempo. Y viceversa.
Creo que ser buen perdedor es mucho más que la simple cortesía o etiqueta de lo que nos han enseñado que es políticamente correcto al perder. Muchos podríamos creer que ser buen perdedor es no cerrar la app del ajedrez, no tirar un partido porque voy set abajo o darle la mano al final de una contienda al rival. Pero creo que ser buen perdedor no es solo un tema a los ojos de los demás. Es un tema personal.
Los ganadores asumen, crecen y construyen mientras caminan por la temporalidad de la derrota. Entendiendo que todo es temporal. Y asumiendo que la derrota es parte obligatoria de cualquier camino. Para esto ayuda mucho ver la situación con un poco de zoom out. Es innegable que perder duele, pero cualquier camino está pavimentado por triunfos y derrotas. Y me parece que en la medida en que mejor se entienden las segundas, se pueden cosechar más de las primeras.
“Antes de tener éxito.
Debes primero aprender como fracasar”.
–Michael Jordan.
Esa última frase la escuché de la anécdota que cuenta Shaquille O´Neal, de como después de perder un par de finales, Michael Jordan le dijo que tenía que aprender a perder primero. La frase original en inglés me parece más fuerte porque usa la palabra must, que se traduce como una obligación. Como si no hubiera rodeos para evitar esa lección en nuestras vidas. Y estoy seguro que Jordan no se refería a dar la mano y no hacer cara fea cuando hablaba de aprender a perder.
Hace unos días después de perder contra Medvedev, Carlos Alcaraz hacía una declaración similar: “Tengo cosas que mejorar si quiero ser uno de los mejores. No he podido encontrar soluciones en el partido, pero después de este, voy a cambiar mi manera de pensar. No soy lo suficientemente maduro todavía para manejar este tipo de encuentros. Debo aprender de esto”.
Me parece que esto ilustra perfectamente bien lo que quiere decir abrazar la derrota. No para ponerse cómodo ahí con ella. Sino para aprender de ella y pronto poder visitarla con la menor frecuencia posible. Pero con la humildad de reconocer que si de vez en vez toca volver, seguro es porque hay una lección ahí para nosotros.
“El fracaso derrota a algunos e inspira a otros”.
–Robert Kiyosaki.
Que tengas una excelente semana,
Juanma
P.D. Gané el primer lugar en el torneo de ajedrez de mi zona escolar ese año. Volví al año siguiente y me eliminaron el primera ronda.